[...] Creo que las bibliotecas públicas eran la gran asignatura pendiente hace cuarenta años, aunque los problemas a los que se enfrentaban no solamente afectaban a nuestra región, sino al resto de España en general. El advenimiento de la Democracia trajo consigo una mayor valoración, aunque el gran espaldarazo se produjo con el Estado de las Autonomías. Gracias a las competencias en esta materia, pasamos de ciento y pico bibliotecas en la región a una red de más de quinientas. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha fue a partir de los años ochenta una gran punta de lanza. No solamente inauguró nuevas bibliotecas y contribuyó a ponerlas en valor, sino que impulsó la informatización, compra de fondos, renovación multimedia...
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El bibliotecario, hace años, muy a menudo no era ni siquiera un empleado público, algo que incluso entonces no sucedía en escuelas o centros de salud. Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado. Son necesarias las instalaciones, por supuesto, pero lo que de verdad importa son los bibliotecarios. Ellos son el corazón de una biblioteca y la prueba de que en estos tiempos de innovaciones tecnológicas y de fondos digitales no todo es San Google, sino que siempre debe existir un guía, un cómplice, un mediador ante la enorme avalancha de información que nos proporcionan los medios actuales.
Esta labor puede resultar especialmente importante en el ámbito rural, ¿no?
Claro, porque allí su labor no es la de simples clasificadores y guardianes de libros, sino que se trata de auténticos dinamizadores culturales. En una gran biblioteca, como la de Castilla-La Mancha, las funciones son distintas, porque es necesaria una mayor especialización, pero los bibliotecarios de los pueblos son como los médicos de familia, amigos y confesores de los ciudadanos.
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Para que los ciudadanos puedan entenderlo: ¿Qué riesgo supone reducir drásticamente las inversiones en este sector?
Pues eso podría conducir directamente al cierre en muchos casos, porque son bastantes las bibliotecas de Castilla-La Mancha que están a cargo de un único bibliotecario. Antes hablábamos de la importancia de los profesionales. Lo repito: Es fundamental. Si el contrato del bibliotecario en esos pequeños centros no se renueva, lo que sucede es que la biblioteca se cierra. Otra cosa son los recortes en las bibliotecas grandes, como la nuestra, que pueden hacer que el funcionamiento de la institución se vea alterado -y lo mismo sucede en los centros de enseñanza y en los hospitales-, pero no llegar a detenerse por completo. Los despidos son lo peor, claro, pero la falta de financiación afecta a las bibliotecas de muchas maneras. Si los fondos dejan de adquirirse, el día a día se resiente, lo mismo que si se renuncia por completo a la realización de actividades. No pretendo proponer a los ayuntamientos que supriman los fuegos artificiales o renuncien a una corrida de toros durante las fiestas, pero, por favor, que se lo piensen dos veces a la hora de restarle inversiones a las bibliotecas.
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Texto completo en http://www.latribunadetoledo.es/noticia/Z3D9AEA46-DF4C-D580-BC98CED7D70226A0/20121231/biblioteca/puede/ser/mejor/alternativa/botellon
Entrevista a Juan Sánchez Sánchez, director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha y pionero entre otras experiencias profesionales desde 1973 del sistema de bibliobuses de Toledo