[...] Necesitaba una oficina y no tenía dinero para pagarla. Entonces, un día, estaba paseando por el campus de UCLA y escuché el ruido de máquinas de escribir desde el subsuelo de la biblioteca. Descubrí que allí había un salón donde uno podía alquilar una máquina de escribir por 10 centavos la media hora. Me mudé a esa sala junto a un grupo de estudiantes y mi bolsa de moneditas,
[...] para crear la versión de 25.000 palabras de “The Fireman” (El Bombero) en nueve días. ¿Cómo pude escribir tantas palabras tan rápido? Gracias a la biblioteca. Todos mis amigos, los más queridos, estaban en los estantes arriba del subsuelo y gritaban, chillaban y vociferaban que fuera creativo. Así que corría escaleras arriba para encontrar libros y citas para incluir en mi novella “Fireman”. Se puede imaginar cuán emocionante fue escribir un libro sobre la quema de libros, en presencia de mis amados en los estantes. Era la forma perfecta de ser creativo; ése es el efecto de la biblioteca.
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